Se siente como cargar un peso enorme. Intentas que no se note, pero al fin y al cabo es algo vistoso. Vas a sonreír, te dices, y vas a seguir adelante. Desde luego, no es algo tan malo. No es la primera vez ni será la última.
Tal vez esos fragmentos que se escribieron a la luz de la luna nunca lleguen a su destinatario, pero al menos siempre quedarán allí. Quizá lo único que nos queda es seguir avanzando hacia donde el caprichoso destino nos dicte. Al fin y al cabo en eso consiste la vida. Avanzar y avanzar, a veces a ciegas, y otras creyendo que sabes cómo va a terminar todo. Pero no lo sabes; nadie lo sabe. Simplemente te vas topando con gente en tu camino, como si fueras en el andén de un metro conglomerado. Ves a muchas personas; con algunas te chocas y te entretienes unos segundos, mientras que con otras pasas de largo sin apenas darte cuenta. Y tal vez allí conoces a alguien con quien salir a la luz del sol. O tal vez no. Simplemente es cuestión de viajar a través de los túneles, sin saber bien si tus pasos dependen solamente de ti o hay algo llamado destino que los maneja con sus pícaros hilos invisibles.
Destino o no. De todos modos, lo únicamente cierto es que todo es caminar y avanzar, porque el tiempo corre y nunca se detiene contigo.
Ana C.
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