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martes, 4 de septiembre de 2012

El camino de la vida



La vida es un camino que se recorre poco a poco. Y como todo camino, tiene sus obstáculos. Incontables personas, situaciones, hechos y demás intentarán que no sigas avanzando, que no llegues al final. Pero tú debes empujarlos fuera, con fuerza y determinación, y luego poner un pie delante de otro consecutivamente, para conseguir llegar a la luz que es el final, a tu meta, a tu sueño.

Lucha por lo que quieres. Lucha por lo que te gusta. Lucha por ti mismo. Y, sobretodo, sé feliz.

Ana C.

martes, 7 de agosto de 2012

Aún podemos hacer algo


Llega un momento en el que te das cuenta de la sociedad en que vivimos. De la esclavitud a la que te ves sometido involuntariamente. Empiezas a ver todo con otros ojos, y te percatas de cuánta gente vive en una mentira constante. En un mundo de falsedad. En un mundo que ellos dicen "la realidad". Oh, ¿por qué no abren los ojos y se dan cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor?

Gente inocente paga por hechos injustamente. La desesperación se apodera del mundo. No nos aguarda nada bueno, la verdad.

Temo que la tan famosa Apocalipsis llegue y que los humanos no se hayan dado cuenta todavía de que no se originará con terribles catástrofes naturales. Si no con el sufrimiento humano.

Esto ya ha empezado, pero todavía queda una cosa que podemos hacer.

Ana C.

martes, 13 de marzo de 2012

Moonlight

Se sentó en su silla, frente a la gran ventana de la pared. Observó el mar que se extendía ante ella. Estuvo quieta un rato, solamente respirando. No supo cuántos minutos se mantuvo en esa posición, pero cuando le vino bien, cogió su pluma y su cuaderno, que descansaban sobre una mesa, a su vera, la cual estaba cubierta por un mantel de encaje. Abrió la libreta y pasó las hojas lentamente, paseando la mirada por las palabras que estaban escritas en ellas. ¿Cuántos años hacía que tenía ese cuaderno? Demasiados; se veía en cómo había estado cambiando la letra al paso del tiempo.

Al fin, llegó a una página en blanco. La última página del cuaderno. Con un suspiro, alargó la mano hasta el radiocasete que tenía en sus pies y pulsó Play. Una música invadió la habitación. Sin temblor y con determinación, posó la pluma sobre el papel, y la deslizó con armonía, escribiendo palabras con una caligrafía exquisita, al son de la canción que sus oídos escuchaban. Sonrió. Se la veía feliz y concentrada en su trabajo. Hizo una pausa para alzar la cabeza y mirar a través del cristal de la ventana, una vez más. Sonrió aún más y retomó su escritura con mayor ilusión que antes.

La sinfonía todavía no había terminado cuando la anciana cerró el cuaderno y lo dejó sobre la mesa lentamente, al igual que la pluma. Luego apoyó las manos sobre los brazos de la silla y echó la cabeza hacia atrás. Cerró los ojos e inspiró profundamente. Su mente se volcó completamente en la música, lo que le provocó una inmensa sensación de paz y armonía.

Poco a poco, la intensidad de aquella canción se fue apagando. Era como si se alejara de ella, como si alguien hubiera cogido el radiocasete y estuviera huyendo con él. Pero aquello no la asustó en absoluto. Ella se dejó llevar. Y sonrió.

La última nota de la canción marcó el final. La mano de la anciana resbaló del brazo de la silla y quedó colgando, balanceándose ligeramente de un lado a otro.


Ana C.

sábado, 11 de febrero de 2012




-Pero somos felices, ¿no?
-Mmm... supongo que sí.
-Pues ya está.

Ana C. & M.

Reivindicante

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