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viernes, 21 de febrero de 2014

Cara o cruz

Una vez me dijeron que para decidir algo con lo que no me ponía de acuerdo tirase una moneda. Y en cuanto la moneda cayese, antes de mirarla, lo que desease en ese momento que saliese sería lo que querría.
Porque no hay decisiones difíciles, solo existen esos algos que nos echan atrás. Porque si nos preocupamos por qué dirán los demás, no sacaremos nada bueno.
No hay decisiones correctas o incorrectas; solo caminos, y nosotros elegimos por cuál ir.

Ana C.

¿Eres libre?

¿Eres libre? ¿Haces lo que realmente quieres? ¿Puedes desplegar tus alas sin miedo, sin temores, sin esconderte? Si es así, hazlo. Muestra quién eres al mundo, y que nadie te lo impida. Porque cada uno es como es, y  no debes privarte de la satisfacción de ser tú, de seguir adelante siendo tú y solamente tú. Porque puede haber gente que te retraiga, que te lo impida. Y eso es lo peor. Porque cada uno es como es, cada uno es único, la belleza del mundo está en la variedad. Y la gente debería aceptarlos a todos por cómo son y dejan de ser.
Manos arriba por aquellos que han conseguido desplegar sus alas de verdad.



Ana C.

domingo, 9 de febrero de 2014

Un hogar para el mundo



Donde no exista la codicia, donde no conviva el egoismo, donde todos puedan ser como son; donde no haya falsedad. Ir al lugar donde uno pueda ser libre y no tenga razones para temer a nadie. Donde no exista el miedo, ni el terror, ni la ansiedad. Un lugar tranquilo. Un lugar pacífico. Un dulce hogar para el mundo, donde todos convivan en armonía. Y en paz.

¿Tan difícil será detener a aquellos que se aprovechan del sufrimiento de los demás para beneficio propio o simplemente por gusto? ¿Tan difícil será conseguir convivir todos sin problemas? ¿Tan difícil será?


Ana C.

viernes, 7 de febrero de 2014

Lo que perdemos...





Este planeta es demasiado bello. En cada rincón podemos encontrar algo que estremezca nuestra alma. Los colores son vivos, los aromas se entremezclan con las texturas... Y todo ello lo estamos echando a perder. Todos los humanos no, cierto, pero la gran mayoría sí. Porque el alma humana es destructora. Hay quien sabe controlarse, quien encuentra el equilibrio (o el amor) y aprende a cuidar su alrededor. Pero hay de otros que se dedican a herir sin cesar. Y no me refiero sólo al medio físico, si no también psicológico. Porque a veces son tan extremadamente destructores, que hieren la mente de otras personas como ellos. No, mentira. Como ellos no. Ellos son peores.

Cuánta maldad... Cuánta codicia... Cuánta insensibilidad... Cuánta destrucción...

Lo que perdemos...
ya no lo podremos recuperar nunca más, ¿sabéis?

(10/01/12)
Ana C.

sábado, 1 de febrero de 2014

Adiós

No voy a fingir que no se echa de menos a las personas que han ocupado un hueco en tu vida. Se las echa de menos. Tanto buenos como malos momentos, todos han formado parte de tus recuerdos. Y quieras o no, te han marcado.

Pero creo que todo tiene un límite. Que llega un momento en el que debes aprender a decir adiós. Un momento en el que, por mucho que lo intentes, no lograrás que todo sea normal, que todo transcurra entre él y tú como si nada hubiese pasado. Creo que hay algo sobrehumano que impide que eso ocurra. Y por eso lo mejor es decir adiós.

¿Doloroso? Lo fue. De verdad que lo fue. Y a veces sigue punzando.

¿Valdrá la pena? Algún día sí.

Nunca se sabrá si tardaste más tiempo del que debías en hacerlo. Después de lo de hoy te has replanteado nuevamente que quizá no vuelvas a saber nada más. Pero a lo mejor eso es bueno. A lo mejor era lo que debía ocurrir. Un tú, un él. Un adiós, un hasta nunca, o un hasta que algún día nos encontremos por la calle y no nos reconozcamos. Porque un año es un plazo más que suficiente para dejar solucionar los errores. Porque todo tiene un nivel del que no te puedes sobrepasar.

No es una acusación. En el fondo, hiciste grandes actos que enseñaron más que los docentes. Pero, tal y como evolucionaron las cosas, esto debía ocurrir. Porque no creo que nadie pueda seguir formando parte de algo así tanto tiempo.

Adiós.


Fragmento de Eterno ciruelo, de Ana C.

Reivindicante

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