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lunes, 10 de agosto de 2015

Reivindicando Blogger: Dos Ceros


Este es el Drabble (relato de entre 100 y 499 palabras) del proyecto Dos Ceros de Reivindicando Blogger. En primer lugar se encuentra la cita que elegí para inspirarme en el relato, de Edgar Allan Poe. 
Aquí está.


«La desdicha es muy variada. La desgracia cunde con las más diversas formas en la tierra. Desplegada por el ancho horizonte, como el arco iris, sus colores son tan variados como los de éste, a la vez tan distintos y tan íntimamente unidos». — E. A. Poe (1809 - 1849)


Siempre me había preguntado cómo lo haría el viejo Pepe para que, con sus años, pudiese soportar esas largas jornadas en el campo, bajo aquel sol abrasador. De modo que allí me encontraba, sentada sobre una roca, observando cómo, a unos metros, entre melocotoneros y hortalizas, el anciano iba de un lado a otro con su cesta en mano; unas veces llena, otras, vacía. Aunque aquel día el sol se escondía tras las nubes. Y, a pesar de ellas, él estaba allí.
Tras no poder evitar una sonrisa de admiración hacia tal persona, me levanté sin pronunciar palabra y seguí el camino de tierra y piedras que llevaba hasta el pueblo.
Lo cierto era que el ambiente allí parecía haberse contagiado por el grisáceo cielo. No había niños jugando en el barro, ni ancianas en las entradas de sus casas charlando sobre el último cotilleo o el dolor que les provocaba tal zona. Todo estaba en silencio; sombrío, solo, casi como abandonado. Sin embargo, aún parecía haber habitantes que, desde detrás de los cristales de sus ventanas, caminaban de un lado a otro o simplemente observaban el exterior con absoluta seriedad.
Mi objetivo era una pequeña casa blanca, la puerta de la cual estaba entreabierta. Alguien se la habría dejado así; vaya descuido. Subí las escaleras, una tras otra, hasta llegar al ático. Allí tan sólo había ropa y objetos desparramados por el suelo y una cama sobre la cual estaba sentada una pareja que lloraba desconsoladamente. Me acerqué a ellos; ninguno se dio cuenta de mi presencia. Me coloqué a su lado y los observé con tristeza. Ella sollozaba. Él intentaba tranquilizarla con toda la fuerza que poseía, mientras gruesas lágrimas recorrían también sus mejillas.
Me giré hacia la ventana. En la lejanía, allí donde había llovido, empezaba a entreverse un débil arco iris. En el alféizar, yacía una maceta con una única flor, encorvada hacia delante. Casi parecía querer enterrarse en la tierra, y su refulgente color había sido sustituido por un marchito marrón.
Todos los días la regaba. Pero un día ya no pude hacerlo más.
Si pudiese llorar, lloraría. Si hubiese podido despedirme, lo hubiese hecho. Sin embargo, entonces, al lado de mis padres, sólo podía desear en silencio que todo les fuese bien.
E irme del todo.

Reivindicante

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